jueves, 2 de diciembre de 2021

El periódico mural en la escuela: Algo más que sólo compartir información

 

Lo recuerdo bien: No sólo durante mi época de estudios en la educación básica, sino también como estudiante normalista y luego como incipiente profesor de secundaria, noté que la elaboración del periódico mural en las escuelas cercanas a mi contexto era una de las actividades que más despertaba el entusiasmo del alumnado.

Una experimentada maestra me dijo que eso sucedía porque a la elaboración del periódico mural le era inherente un proceso de planeación y evaluación en que el estudiantado participaba de forma activa, es decir, poniendo en juego su iniciativa y creatividad, la cooperación y el intercambio de ideas.   

Más tarde, gracias sobre todo a las visitas que por motivos de estudio o investigación tuve que realizar a otras instituciones, descubrí que el entusiasmo que yo había observado en un inicio, y lo dicho por la maestra, no se presentaba de manera generalizada en los planteles escolares, sino sólo en aquellos que en sus prácticas concretas – en el marco de su cultura escolar o espacios educativos-  promovían la participación activa de los estudiantes.  




En este sentido, conocí una secundaria que ofrecía tres muros permanentes para la expresión y la comunicación a través de periódicos murales: Uno estaba reservado a las fechas más significativas de cada mes, el otro a temas dirigidos a padres/ madres de familia y a visitantes de la escuela y, por último, el tercero, a los temas emergentes o de interés de los estudiantes, quienes trabajaban, por lo regular, en torno a los siguientes contenidos:

Fechas significativas de cada mes: Efemérides comunitarias, regionales, nacionales e internacionales. Breves crónicas de sucesos considerados relevantes. Semblanzas de quienes participaron en los sucesos.

Temas dirigidos a padres/madres de familia y visitantes: Anhelos como adolescentes. Aprendizajes obtenidos, procesos y acciones impulsadas como estudiantes.

Temas emergentes o de interés de los estudiantes: Reflexión sobre tendencias juveniles, convocatorias para participar en eventos culturales, concientización acerca del cuidado ambiental y promoción de prácticas solidarias.

¿Cuál era la característica en común de estos tres espacios comunicativos? Que los estudiantes, acompañados por un profesor, trabajadora social o prefectura, participaban de principio a fin en su elaboración. El profesor sugería, orientaba, pero no imponía temas o dictaba línea, de tal forma que brotaban propuestas diversas, el diálogo y el consenso.

Había, pues, participación activa del alumnado, que se manifestaba también en otros procesos, como preparación, coordinación y conducción de eventos comunicativos, o la socialización de saberes y trabajos realizados, o las reuniones semanales de representantes de grupos, donde se abordaban inquietudes, necesidades e intereses como comunidad estudiantil.

Predominaba una cultura escolar en que, no sin resistencias y descalificaciones por parte de algunos sectores (sobre todo de personal de la institución que veía con recelo el protagonismo del estudiantado), se confiaba, y así quedaba demostrado en los hechos, en la capacidad creadora de los alumnos.




Los deberes laborales, después el covid y el cierre de actividades presenciales me impidieron seguir visitando esta significativa escuela. Sin embargo, ese tesón por trabajar en los procesos, por ser constantes en ello y no tirarse a la displicencia, nos muestra que es posible impulsar acciones verdaderamente transformadoras.

En el caso del periódico mural, como desafortunadamente se hace en algunos planteles, nada les hubiera costado comprar el material ya hecho en alguna papelería o mandado a hacer lonas y haberlas colgado en la pared, con la consecuente mutilación de cualquier participación genuina del alumnado.  

Sí, no en todas las culturas escolares predomina el afán por generar procesos de participación genuina. La desconfianza, las cargas burocráticas, las luchas de poder, la competencia por todo y por nada y el cumplimiento a rajatabla del programa de estudios pueden distorsionar procesos y castrar iniciativas. Pero siempre, innegablemente, hay espacios que se pueden rescatar. El periódico mural, considero, es uno de esos espacios.

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