Lo vi hace no mucho tiempo, durante el cumpleaños de un amigo de la familia. Alguien llegó a la mesa en que nos hallábamos al menos diez personas y sacó de una bolsa el famoso juego "jenga". Comenzamos a jugar. Quien derribara la torre de piezas perdería. Y brotaron numerosas propuestas de castigo para el perdedor.
Nadie quería perder y, por eso, había quienes movían las piezas en busca de que alguien mas perdiera. A propósito dejaban la torre bamboleante o sugerían o imponían reglas de juego durísimas.
De pronto un niño , que recién se había incorporado al juego, exclamó:
"¿Y si mejor, en lugar de competir entre nosotros, construimos juntos una torre que no se tambalee ni se caiga?"
Pero no hubo respuesta, porque llamaron a un brindis. Y el dueño del "jenga" tuvo que devolverlo a su caja, de donde no volvió a salir.
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